Leer sin aplicar es como llenar una mochila que nunca abres
No se trata de cuánto sabes, sino de cuánto haces con lo que sabes.
Hay una trampa en la que caemos con frecuencia los que amamos aprender: leer sin parar, tomar notas, subrayar, guardar artículos y ver/guardar videos… pero nunca aplicar nada.
Nos sentimos productivos porque estamos “consumiendo conocimiento”, pero la realidad, es que solo estamos acumulando información sin procesarla.
Me refiero y viene este boletín por esos “desafíos”, “competencias” de leer 50 libros al año, la cual entre nosotros no sirve de mucho, si no puedes aplicar al menos una sola idea de ellos a tu vida, a tu trabajo o a tu rutina.
Aprender no es acumular, es transformarte a partir de lo que descubres.
Quizás te preguntes cual es la razón de hacer ello, y es porque leer es cómodo, lo complicado es aplicar nos llega a incomodar. El hecho de aplicar algo nuevo significa arriesgarse, salir del modo automático, cambiar los hábitos actuales, enfrentar una resistencia. Por eso, muchas veces preferimos seguir leyendo “un poco más” antes de empezar, pero ese momento esperado no llega.
Para evitarlo ten en cuenta que no necesitas más libros, necesitas más intención, por cada cosa que leas, escribe al menos una acción concreta que podrías tomar.
Haz las revisiones semanales, incluye preguntas que te ayuden a identificar las nuevas mejoras por ejemplo:
¿Qué aprendí esta semana?
¿Qué probé?
¿Qué no puse en práctica?
Si una idea te sacude, incomoda probablemente es ahí donde necesitas actuar.
Si queremos avanzar de verdad, debemos de elegir al menos una (1) idea, pero llévarla a la práctica. Dejemos de de subrayar tanto, y empecemos a hacer más.
Tu cerebro no necesita más información, necesita más movimiento.
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